jueves, 24 de enero de 2008

Por prescripción médica

Por prescripción médica

por Koldo Campos Sagaseta


Considerando que según un estudio de la Escuela de Salud Pública y del Departamento de Psicología de la Universidad de Michigan, “ocultar la indignación puede provocar la muerte prematura”, tal y como refiere el periódico El País en su edición del 23 de enero.

Considerando que como ya me confirmara cuando tenía veinte años el médico que me diagnosticó una úlcera en el duodeno, reprimir la propia indignación enferma y mata.

Considerando que no pretendo contribuir a la aparición de nuevas úlceras en mi duodeno y que todavía estimo mi vida, declaro que:

Me cago en todos los malditos monarcas y en sus reales séquitos de parásitos sinvergüenzas que gobiernan los destinos del mundo.

Me cago en todos los políticos hijos de la gran puta que han hecho del servicio social de su ejercicio el más inmoral y repugnante negocio.

Me cago en todos los putos oráculos que se dicen portavoces de las tantas deidades que rigen y acanallan las conciencias de los seres humanos.

Me cago en todos los hijoputas empresarios que han transformado el trabajo en una maldición y a sus empleados en parias o en difuntos.

Me cago en todos los supremos magistrados que han hecho de la justicia una puta farsa y de la equidad la más vil de las aberraciones.

Me cago en todos los periodistas y comunicadores que han convertido su profesión en un fétido comercio, exaltando la mentira y difamando la verdad.

Me cago en todos los putos banqueros delincuentes que han hecho de la usura un mandamiento y del robo una virtud.

Me cago en todos los desalmados que torturan, que especulan, que trafican, en sus humanitarias guerras, en sus beneméritas matanzas, en sus bombas preventivas, en sus cárceles de exterminio…

Me cago en todos los que se den por aludidos.

Vuelvo mañana… He ido a tirar de la cadena.